
Detrás de las cejas de Frida Kahlo existe una herencia cultural que te traslada a la época del porfiriato y a los años donde el muralismo, surrealismo, realismo y primitivismo alcanzaron su máximo esplendor. Frida, la apasionada Frida, ha dado la vuelta al mundo por sus auténticas obras y por la dicotomía que existía entre su vida poco convencional -colmada de dolor y tragedia-, acompañada del espíritu libre, artístico, revolucionario y determinante de una mujer que atraía por la gama de colores que lograba transmitir con su simple presencia.
Frida Kahlo, fue la mujer que nació a destiempo, aquella que iba adelantada en ideas y convicciones, esa que inventó su libertad para superar la vida adversa que llevaba. Imán de miradas por su cuerpo inmóvil, su uniceja poblada, su vestimenta colorida que hacía juego con sus joyas y por esos trajes que en aquella época solo eran usados por hombres; heroica por externar sus ideas, por contar con innumerables amantes hombres y mujeres; y por supuesto, por su compleja relación con el famoso pintor Diego Rivera.
Biografía de Frida Kahlo
Me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco
La eterna Frida, mestiza mexicana, aguerrida, libre y apasionada. Nacida en Coyoacán, México, en el año de 1907 en medio de revoluciones características del siglo XX, su nombre Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón. Sus padres, protagonizan el ejemplo perfecto del mestizaje que ella más tarde heredó. Por un lado, su padre Guillermo Kahlo era un judío alemán refugiado, y por otro, su madre Matilde Calderón, fue una india mestiza de Oaxaca.
Su padre, fotógrafo amante de la arquitectura, epiléptico y amoroso incondicional con Frida por ser quien lo acompañaba a todas partes. Su madre, una católica devota con carácter catastrófico, cargaba con el suicidio de uno de sus más grandes amores. Su hermana, Cristina, fue su mejor amiga y una de las personas que le causó más dolor por quitarle el amor de Diego por un tiempo.
Con tan solo 6 años, Frida fue diagnosticada con polio, lo que más tarde la haría permanecer 9 meses en casa y con una deformidad en uno de sus pies.
La iniciación del pensamiento crítico y artístico
Para el año 1920, con el fin de la Revolución Mexicana, surgió un movimiento creativo donde Frida Kahlo formó parte: La Escuela Nacional Preparatoria, un legado cultural donde se reemplazaban los conocimientos ideales europeos por clases nacionalistas que mostraban la herencia indígena de México.
Durante esta etapa, justo en el año de 1922 con tan solo 15 años, Frida Kahlo formó parte de las primeras mujeres en incursionar en dicho proyecto, ahí desarrolló su amor por la lectura, su aprendizaje en 3 idiomas, su sueño de ser médico y su gran admiración por pintores como Da Vinci, debatía -junto con sus amigos “Los cachuchas”-, sobre Marx, Hegel y Kant. Sin duda, durante esta etapa, la gran pintora mexicana, alcanzó a desarrollar un pensamiento crítico donde los temas de interés mundial eran debatibles, y algunos otros, puestos sobre la mesa del entendimiento.
El muralismo en México
A su vez, el deseo por una verdadera transformación nacional, permitió la iniciación de un movimiento artístico donde a través de murales se buscaba consolidar ideales creativos que reflejaran la nueva historia del país, proyecto donde la Escuela Nacional Preparatoria, no dudo en colaborar con temas nacionalistas como: las tradiciones indígenas, la conquista hispánica, el levantamiento de la clase obrera y la industrialización. Sin duda, México estaba viviendo una transición.
Dicho movimiento, que acaparó los ojos de Frida, fue en busca de los pintores más sobresalientes con ideal de libertad y justicia, entre ellos el aclamado Diego Rivera, un ateo, comunista, rebelde y con agudo sentido del humor; estudió cubismo en París a lado de grandes figuras como Picasso y quien, en 1921 había regresado a México para más tarde, formar parte del Sindicato Revolucionario de Obreros Técnicos, Pintores y Escultores, además de consolidar la Escuela Mexicana de Pintura.
… Sobra mencionarlo, pero Frida Kahlo quedó completamente atraída por él.
Sobre el accidente de Frida
El arte más poderoso de la vida es hacer del dolor un talismán que cura, una mariposa que renace florecida en fiesta de colores
1925 es la fecha de aquel accidente que cambió la vida de la chica que jamás imaginó, que dentro de la pintura encontraría un refugio.
Junto a Alejandro Gómez Arias – su primer novio y aquel sujeto que la acompañó en tal brutal accidente – Frida Kahlo viajaba en un autobús sin saber que ese día, ese medio de transporte colisionaría contra un camión, ocasionando el infortunio de que una varilla de fierro atravesara su vientre, su columna quebrara y sus piernas se rompieran, además de que la clavícula, 3 vertebras y su pie izquierdo fueran destrozados.
Dicho acontecimiento de semejante magnitud, pudo remendarse un poco cuando un obrero que visualizó el accidente, se atrevió a extraer dicha varilla dándole una esperanza de vida a aquella chica de tan solo 18 años.
Tras varias revisiones médicas y varias exclamaciones afirmando que no viviría, Frida Kahlo superó la adversidad estando 1 mes hospitalizada y 1 año en casa con reposo absoluto.
La tristeza se retrata en todita mi pintura, pero así es mi condición, ya no tengo compostura
En la búsqueda de la vida perdida, Frida empezó a pintar obsesionada por tener un nuevo comienzo, y con ayuda de su padre quien le regalaría su caballete y un espejo de techo, comenzó a pintarse a ella misma como la protagonista de los autorretratos que reflejaban una vida de dolor, crudeza y resignamiento.
Dentro de su estado frágil, Frida Kahlo siempre buscó la manera de adquirir fortaleza y la pintura le dio esa oportunidad, brindándole un espacio de renacimiento cultural y artístico que la prepararía para la modernidad en la que se estaba convirtiendo la CDMX.
Para 1928, Frida estaba casi recuperada y con la ayuda de sus amigos “Los Cachuchas”, abordaba de nuevo los placeres de la vida: debatía libremente, gozaba de la música, de la buena lectura, del tequila, de la política y por supuesto, de líos amorosos.
El amor entre Frida Kahlo y Diego Rivera
¿Por qué le llamo mi Diego? Nunca fue ni será mío. Es de él mismo…
De esos amores, desbordantes, apasionados, locos, desquiciados… pero eternos, así fue el amor entre Frida y Diego Rivera.
Era bien sabido que Diego era conocido por su personalidad de mujeriego, atraía mujeres con su labia y su experiencia, sorprendía porque sin ser agraciado lograba conquistar a quien mirara.
Cuando se conocieron, Diego Rivera tenía 40 años y Frida Kahlo solo 21, Diego ya había tenido 2 matrimonios y 3 hijos. Su primer acercamiento fue cuando Frida le cuestionó sobre las pinturas que ella realizaba y Diego, sin pensarlo respondió, que ella era una muy ingeniosa artista.
Tras un breve noviazgo, el 21 de agosto de 1929, decidieron casarse y aunque la madre de Frida no estaba de acuerdo por decir que era la unión entre un elefante y una paloma, la pintora solo esperaba el ardiente momento de poder estar con su nuevo esposo. La dicha duró poco, ya que, en menos de 1 año, la realidad de la apresurada pareja se desvaneció, pues Diego regresaba a sus hábitos de infidelidad y Frida ya había sufrido su primer aborto.
Kahlo en su amor inexplicable por Diego, caminaba silenciosa sufriendo por la desdicha y en su vida de ama de casa y un futuro adverso, volvió a buscar a la pintura como refugio de dicha desilusión.
Diego y Frida en el extranjero
La primera vez que Frida dejó el país tricolor fue para acompañar a Diego a un ambicioso proyecto, justo para el año de 1930 surgió una corriente para deshacer a los comunistas y con ello una invitación a Diego Rivera para colaborar en San Francisco. Y aunque Frida, se mostraba gustosa de acompañar a Diego, lo cierto es que no era feliz del todo. Nunca dejó de extrañar a México, ¡su México!
En esta etapa, Frida conoció San Francisco, Nueva York, Detroit, y con ello películas, cómics, personajes, un mundo diferente que le mostraba que a pesar de que la vida estadounidense le parecía sumamente aburrida, lograba enriquecer sus gustos con lo nuevo que estaba experimentando. No obstante, al poco tiempo notó un nuevo embarazo que solo logró consolidarse en sangrado y su casi inevitable muerte.
Dentro de la catarsis, este momento se conoce como la formación y la verdadera esencia de Frida, ya que decidió pintar su dolor, su sangre y la alarmante escena que había experimentado, mostró su intimidad, se reveló así misma y de forma consciente, desvistió su dolor físico y emocional en realidades que nadie se había atrevido a expresar como ella. Justo aquí, Frida redescubrió su potencial y lo mostró durante 4 años en los Estados Unidos.
Frida: De la infidelidad al desenfreno
De todas las infidelidades que pudo perdonar Frida, hubo una que la destrozó y fragmentó, sí, la de Diego Rivera con su hermana Cristina. Este acontecimiento obligó a Frida a la búsqueda de la independencia y autonomía, buscando un departamento en la CDMX donde alejada de Diego y de las malas experiencias pudiera comenzar de nuevo, -una vez más-.
Si bien, Frida era conocida por su precoz personalidad, en la soltería no dudo de experimentar su sexualidad, empezó a tener amantes, amores desenfrenados y una voracidad sexual ilimitada. En sí, era la temporada de “ hacer el amor, darse un baño y hacer el amor de nuevo”.
De los amores de Frida
Aunque haya dicho “te quiero– a muchos y haya tenido citas y besado a otros, en el fondo sólo te he amado a ti
Es bien sabido que Frida Kahlo era una mujer fuerte y apasionada, su novio Alejandro Gómez Arias la llegó a describir como una chica sexualmente precoz, y a pesar de haber sido algo similar a su primer amor y la persona que la acompañaba en el siniestro que cambiaría su vida, lo cierto es que Frida nunca fue fiel con él y dichas infidelidades fueron descubiertas después del accidente, por obvias razones esto ocasionó la ruptura de la pareja y tiempo después, su reconciliación gracias al primer autorretrato que Frida diseñó para él.
¿A Frida le gustaban las mujeres? Para el tiempo en el que vivía y los tabúes que existían, era difícil decir a viva voz que alguien era homosexual, sin embargo, no había porque decirlo, pues las historias en cama y los afectos al mismo sexo se desarrollaban sin necesidad de hacerlos públicos. Sí, Frida era apasionada sin importar el sexo o género, ella solo amaba con intensidad y ya.
Dentro de estos amores lésbicos, bien se sabe del primero, una chica linda mexicana que seducía a Frida en la biblioteca de la ENP.
De su etapa de total libertad, se reconocen algunos amores fugaces y otros estrechos y fuertes que se pensaría que durarían siempre, pero lo cierto, es que Frida amaba a Diego y a p compartir cama y lazos emocionales con otras parejas, Diego siempre ocupó un lugar que difícilmente alguien podría llenar.
“Éramos 3 aunque solo éramos 2”, era lo que decía Nickólas Muray, fotógrafo húngaro que posaba con Frida públicamente, un amor serio que se le llegó a comparar con el de Diego. De la misma forma sucedió con el escultor japonés Isamu Noguchi, pues bien sabía que la avidez sexual de Frida era inevitable y transitoria porque, aunque ella solo optaba por hacer lo que estaba prohibido para esa época, Diego ya había exigido el fin de aquel romance.
A 1 año de vivir separados, Diego y Frida decidieron volver a juntarse y fue ahí cuando la mujer extrovertida se vio más feliz, pues dentro de este nuevo matrimonio abierto, sin ataduras, sin exclusividades y con un poco de resignamiento … paseaba, iba al cine y a bailar, sonreía y reía escandalosamente, fumaba, debatía y expresaba sus pensamientos abiertamente, podía ser perezosa y abrumarse de a ratos, pero el brillo de sus ojos expresaba la felicidad de haber vuelto a reunirse con Diego Rivera.
Años más tarde, el mundo experimentaba la revolución rusa, algunos artistas mostraban su total apoyo hacia los mencheviques rusos y algunos otros, como Frida, luchaban contra el fascismo. Para 1936, Joseph Stalin exilió a Trotsky, y Diego, al ser fiel seguidor de él, le solicitó al presidente Lázaro Cárdenas que se le brindará asilo político tanto al revolucionario ruso, como a su esposa, lo que desencadenó el futuro amorío de León Trotsky y Frida Kahlo.
En 1938, Diego y Frida alojaron en su casa a André Bretón junto con su esposa Jacqueline Lamba, quienes escapan del régimen nazi y aunque no fue algo confirmado, muchos atestiguaban que ella se paseaba desnuda y vivaz dentro de la casa en busca de un coqueteo con la pintora. Muchos otros afirman que fue otro de los amores de Kahlo.
Conocida como “la más macha entre los machos”, Chavela Vargas fue otro de los grandes amores de Frida, tanto que llegaron a vivir juntas durante una temporada larga y aunque la cantautora costarricense nunca fue de exponer su afinidad por las mujeres, sus cercanos sabían que había algo entre ellas.
Para el año de 1940, Chavela conoció a Frida en una fiesta que brindaba el matrimonio Rivera. “Fue un deslumbramiento al verle la cara, los ojos, pensé que no era un ser de este mundo, sus cejas… Juntas eran una golondrina en pleno vuelo”, y tras pasar la noche y con unos entequilamientos, Frida sintió gran atracción por la forma en la que la compositora lograba cantar sobre la libertad en el amor. Su fin fue imprevisto, pues Frida sabía que era imposible atar a una mujer como Chavela y menos, cuando la artista mexicana ya se encontraba enferma. pesar del gran amor que entre ellas era inquebrantable, un día Chavela abrió la puerta para no volver jamás.
Obras de Frida Kahlo
Pensaron que yo era surrealista, pero no lo fui. Nunca pinté mis sueños, sólo pinté mi propia realidad.
Frida Kahlo comenzó pintando en búsqueda de la paz interna que tanto necesitaba, después como distracción ante las infidelidades de Diego y siempre, como medio para superar la adversidad que la acompañaba en muchos momentos de su vida.
Frida era auténtica, pintaba exquisito arte folclórico mexicano, era dadora de brillantes historias de milagros y pintura colonial, amaba los cristos ensangrentados, disfrutaba del sadismo y de expresar el dolor que cargaba dentro. Era su medio de expresión, de vida y muerte plasmados en un lienzo.
Sin embargo, muchas etapas de su vida la llevaron simultáneamente a regresar al consuelo que le brindaba la pintura, en sí, era la relación más estrecha que Frida había vivido durante toda su vida.
La grandeza de Frida Kahlo fue vista para el año de 1938, pues a pesar de ser reconocida desde aquellos tiempos en los que acompañó a Diego a los Estados Unidos, sus 12 cuadros de escala pequeña sorpresivamente le abrieron las puertas a ser vista a nivel internacional. Para este año, Frida mostró sus primeros trabajos, impactando y llamando la atención por la combinación del dolor, la mexicanidad y el surrealismo que representaba la autora.
Bien decía André Bretón, padre del surrealismo, “Frida era surrealista sin saberlo”, ella podía percibir una realidad inexistente y mostrarla de manera auténtica simulando una existencia clara y vivencial. Dichas obras, no solo llamaron la atención del surrealista, sino también de algunos colegas como Salvador Dalí, Luis Buñuel, René Madrid, entre otros.
Sin embargo, hay mucha verdad en las palabras de Bretón, Frida no conocía mucho del surrealismo, no estudiaba a Freud como sus colegas y por ende, ella nunca se consideró parte de este movimiento artístico.
El alcance internacional de la autora, la hacían ser Frida, la mujer libre y exitosa, ya era Frida Kahlo, Frida sin Diego, Frida sin miedo. Posteriormente, el New York Times expuso en una sola frase “el revuelo de la semana en Manhattan” donde Julien Levy había invitado a exponer a la pintora sus más grandes obras.
El mismo Bretón aseguraba que Frida y sus colores que mostraba eran infinitos, uno podía ver la dualidad y la semejanza entre las creaciones de Frida y su misma personalidad. Frida era la prueba viviente de la genuinidad.
Bretón, no dudo en invitarla a París a exponer sus obras, pero allí vivió otro engaño, pues sus cuadros se encontraban en aduana y no había nada que exponer, justo en ese momento, su aceramiento con la esposa de Bretón, Jaqcueline Lamba fue fortuito, y muchos aseguraban que existía un romance entre las dos mujeres.
Frida seguía viviendo el éxito de su carrera, salió en la revista Vogue con sus anillos y sus trajes, Elsa Schiaparelli sacó un diseñó llamado “Madame Rivera” en su honor, Pablo Picasso le regaló unos aretes, el Museo Louvre compró uno de sus cuadros. Frida Kahlo entre los años 30 y 40, era el icono de la autenticidad, se sabía lesbiana como un acto revolucionario y además era una aclamada pintora mexicana.
Frida Kahlo pinturas más importantes
- Autorretrato, 1929
- Frida y Diego, 1931
- Frida y la cesárea, 1931
- Las dos Fridas, 1931
- Mi nacimiento, 1932
- Unos cuantos piqueticos, 1935
- Autorretrato con collar de espinas, 1940
- Naturaleza muerta, 1942
- Diego en mi pensamiento, 1942
- La columna rota, 1944
- Sin esperanza, 1945
- La venadita, 1946
- El abrazo del amor del Universo, 1949
- Viva la vida, 1954
Frida Kahlo muerte
Espero que la partida sea feliz y espero no volver jamás
Para el año de 1939, Frida regresó a México encontrando una vez más la infidelidad de Diego, ocasión que no dudó para regresar al lugar de su nacimiento: La Casa Azul y solicitar el divorcio inmediato. Esta etapa de Frida fue el acabose de la misma, pues el dolor del engaño le hacía pensar que nadie en el mundo sufría como ella, bebía 1 botella de brandy al día y fue aquí donde pintó “Las dos Fridas”, pintura que extenuaba el amor intenso y desconsolado que sentía por Diego.
Diego, sin pena, vivía un amorío con su ayudante y mientras Frida, con 6 kilos menos y tremenda debilidad prefirió retirar el divorcio y viajar hacia San Francisco en busca de regresar con el artista plástico y tomar un tratamiento en pro de su salud; sin embargo, Heinz Berggruen y ella, se dieron la oportunidad de vivir una relación que no duraría mucho, pues en un tiempo breve, ella sentiría la necesidad de regresar con el amor de toda su vida. Ocasionalmente, Diego Rivera y Frida Kahlo volvieron a casarse.
En su regreso a México, Frida comenzó a dar clases y sus alumnos conocidos como los Fridos acudían a su casa en busca de lecciones personalizadas.
Pero la dicha duró poco de nuevo, debido a que Frida no se sentía bien de salud y con tan solo 37 años de edad, su espina dorsal era tan débil que la única solución era llevar con ella un corset metálico difícil de soportar. Para el año 1950, la catástrofe comenzó, pues todo el año tuvo que estar internada en el Hospital Inglés de la CDMX y con un diagnóstico no favorecedor exponía el engangrenamiento de uno de sus pies, infecciones severas y dolores difíciles de remediar, ¿su consuelo? Morfina, a la que después sería adicta.
Su diario, su fiel amigo de poemas dirigidos a Diego, le hacían más aligerado el regresó a la Casa Azul en silla de ruedas. 1953: Se expone por primera vez una exhibición de Frida Kahlo en la CDMX, su muerte era cercana y con una inesperada visita de la artista en ambulancia, concluía lo trágica de su vida, ella mostraba su hermosa figura y una sonrisa melancólica difícil de explicar. Esa noche, entre guitarras y canciones, un colorido festín y un ambiente hasta cierto modo morboso, México y sus amigos pudieron darle una despedida diseñada a la medida de la pintora mexicana.
Al poco tiempo, la amputación de la pierna derecha de Frida era inevitable, un ambiente silencioso la acompañaba, posterior a la cirugía no cambió mucho, ella permanecía viendo desde su ventana las palomas esperando el momento de partir. Su última pintura - justo 8 días antes de partir- fue la de las sandías con un mensaje sólido diciendo “Viva la Vida”.
13 de julio de 1954, martes y con tan solo 47 años de edad, Frida murió. Sus amigos y conocidos le pusieron su vestido favorito y sus tradicionales flores en la cabeza.
Durante el sepulcro, muchos afirmaban que Diego había envejecido en tan solo unas horas, ¿lo triste? Justo en ese momento, Diego Rivera pudo expresar el gran amor que solo le tenía a ella. A los 3 años siguientes, Diego murió, no sin antes hacer una exhibición donde mostraba un bodegón de sandías como símbolo del gran amor hacia Frida Kahlo, un espíritu libre y rebelde.
La Casa Azul: Museo de Frida Kahlo
Pies para que los quiero, si tengo alas para volar
Una de las visitas obligadas en la CDMX, consiste en acudir a la casa de Frida Kahlo ubicada en uno de los barrios más pintorescos de la ciudad: Coyoacán.
Conocida como la Casa Azul, el Museo de Frida Kahlo abre sus puertas a cualquier persona dispuesta a conocer más sobre la vida de la pintora de talla internacional que ha conmocionado al mundo por su heroica y trágica vida, además de por su talento y la construcción del mismo.
Durante el recorrido, puedes apreciar la casa que la vio transformarse con el paso de los años, que la vio vivir y morir; camina entre sus pasillos y descubre el diseño de las antiguas casas mexicanas, sus objetos personales y viaja en el tiempo imaginando la historia de la que formó parte.
Horarios:
- Martes: 10:00 - 17:30 horas
- Miércoles: 11:00 - 17:30 horas
- Jueves a domingo: 10:00 - 17:30 horas